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jueves, 19 de julio de 2012
NEW YORK SIN LIN, AHORA MAS EQUILIBRADO
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No sé si me perdí algún capítulo de esta película, pero la decisión de los Knicks de dejar ir a Jeremy Lin y sus 25 millones de dólares en tres años a Houston Rockets ha generado titulares más dramáticos en Estados Unidos que la crisis económica que nació en 2008.
Los fanáticos de New York están devastados por la partida de Lin de la Gran Manzana. No pueden entender como un jugador que despertó del letargo al Madison Square Garden -y que volvió a darle argumentos a Spike Lee para despegar como un resorte de su asiento- pueda haberse ido con sólo un pantallazo anual de Linsanity.
Es verdad, los Knicks jamás se inmutaron por tener que pagar un impuesto al lujo en la NBA. El dinero jamás fue un problema para James Dolan y quizás esa es la razón por la cual los fanáticos de New York no entienden cómo dejó pasar a Lin teniendo en cuenta que, para muchos, la razón es sólo el exceso de pago que deberían afrontar los Knicks en 2014-15.
Veamos, el escenario más probable que analizan los defensores de la estadía de Lin tiene que ver con lo que podía percibir el base en los primeros dos años de contrato. Podría haber ganado 5 millones en los primeros dos años, como explica Ian O'Connor de ESPNNewYork.com y luego los Knicks podrían negociar algún contrato pesado en expiración (ya sea Carmelo Anthony, Amare Stoudemire o Tyson Chandler) para evitar caer en el impuesto al lujo. A mi entender, Lin es un jugador que se ubica en un peldaño diferente respecto a estas tres figuras.
Incluso, otra opción, era cortar a Lin tras dos años y evitar las cargas de impuestos, como explicó Larry Coon con su "stretch provision" en la nota publicada por ESPN.com el 17 de julio.
John Hollinger, por su parte, disparó municiones de fuego contra los Knicks y dijo que, habiendo dejado pasar a Lin y Landry Fields para irse a Rockets y Raptors respectivamente, los dirigentes de la Gran Manzana habían sacado la torta antes del punto justo de cocción. De acuerdo con Fields, pero no tan de acuerdo con Lin. A mi entender, este equipo con ellos dos en cancha era justamente un pastel sin el último golpe de horno. Un gigante de brazos musculosos, pero sin ideas y con manos mantecosas.
Todos, absolutamente todos, hablan de un potencial cambio de guardia de Raymond Felton por Jeremy Lin, pero en el camino se olvidan de que los Knicks también tendrán a Jason Kidd y, sobre todo, a Pablo Prigioni, salvo una catástrofe de último momento con su firma.
Es cierto, Kidd y Prigioni son veteranos, pero ambos están a años luz de Lin en lo que significa llevar las riendas de un equipo pesado, de las características de los Knicks. Kidd es uno de los jugadores más inteligentes que ha dado la Liga (por favor, no traten de justificar esto que digo con la última foto que le tomaron) y Prigioni está entre los mejores bases de Europa del último lustro. Ambos manejan el juego estacionado con maestría, aunque claro, en Estados Unidos ni siquiera nombran al ex base de Caja Laboral en los análisis. Tan grande es el desconocimiento de su juego que muchos se preguntarán quién es ese muchacho morochito que dribblea tan bien, cuando le toque entrar por primera vez a una cancha NBA.
Los analistas estadounidenses se vanaglorian del juego de pick and roll de Lin y dejan caer lágrimas cuando recuerdan los 18.2 puntos y 7.7 asistencias del base de origen asiático en sus 25 partidos como titular de New York en 2001-12. De todos modos, muy pocos recuperan en la memoria la cantidad absurda de balones perdidos en cada una de sus presentaciones dentro y fuera del MSG.
Si tomamos la versión de Felton de los Trail Blazers, todos tendrán razón cuando lo colocan en el estrado para juzgarlo. Eso sí, si tomamos la versión de Felton que jugó precisamente en los Knicks, veremos que promedió 17.1 puntos y 9.0 asistencias antes del intercambio por Carmelo Anthony.
No hace falta hablar demasiado de Kidd, pero sí de los otros dos armadores. Felton sabe jugar pick and roll y Prigioni ha demostrado que con cualquier interno baila en parejas como en una clase de tango. En Europa y la selección argentina se cansó de hacerlo con Luis Scola, por citar un ejemplo válido con un jugador que hace varios años está en la mejor liga del mundo. Imagínense, entonces, que la situación no debería ser tan diferente cuando le toque mover los pies con Amare Stoudemire.
Woodson, por su parte, utiliza quintetos con doble-base en muchos pasajes de los juegos. Convierte a sus equipos en conjuntos seguros, de pocas pérdidas de balón. Es por eso que sus armadores pueden ser cerebros pero también bases disfrazados de escoltas. Atentos a esas variantes.
Los Knicks nunca necesitaron que Lin sea goleador, sino que necesitaban un armador que pueda convertir a Anthony, Stoudemire y Chandler en el cóctel estelar que prometían ser. Kidd, Prigioni y Felton hacen que esa columna vertebral de New York tenga muchísimo más sentido que lo que se vio en la temporada pasada, en la que New York era un equipo divertido pero sin fundamentos lógicos para ser más que eso.
Base, alero y centro forman el diagrama perfecto de este deporte, y con Mike Woodson -un entrenador defensivo de lujo- al frente, esta situación tenía que cambiar para mejorar. Los movimientos de plantel, entonces, caen del árbol como un fruto ya maduro.
No saquen conclusiones antes de tiempo, llámense a la reflexión y contéstenme lo siguiente: ¿a quién elegirían para manejar el carácter de Anthony, Stoudemire, J.R. Smith y compañía? ¿Lin o Kidd? ¿Lin o Prigioni? ¿Lin o Felton? Cada cual tendrá su opinión, pero yo estoy absolutamente convencido de la mía.
La camiseta de Lin fue la segunda mejor vendida en toda la NBA la temporada pasada, detrás de la de Derrick Rose de Chicago Bulls. El negocio que se abre para los Rockets en el mercado asiático es inmenso y reemplaza el que perdieron tiempo atrás con Yao Ming. Ahora bien, piensen este punto sólo desde el abanico deportivo: ¿Vale Lin 25 millones de dólares en tres años? ¿Vale Lin 14.1 millones en un tercer año de contrato? El deporte y el negocio, a veces, son el agua y el aceite.
Es cierto que James Dolan ha hecho locuras en el pasado. Es cierto, también, que se ha burlado en la cara del impuesto al lujo, pero no se lo puede juzgar si el tiempo lo ha hecho, en parte, recapacitar. Si se le critica por lo que hizo en años anteriores, gastando dinero de más, se le tiene que defender por el presente cuando se piensa que no quería invertir más de lo adecuado en Lin.
Rodear al Big Three de veteranos es una apuesta de la dirigencia y el cuerpo técnico, pero si miramos de cerca veremos que no es un equipo "viejo". Son cuatro los jugadores que lucen cerca del retiro: Marcus Camby, pese a su veteranía, es un buen sustituto para Chandler, al igual que Kurt Thomas. Kidd está en buenas condiciones como armador, ya lo demostró en los Mavericks, y lo mismo aplica para Prigioni, quien lo exhibió en las Finales de Liga Endesa.
A decir verdad, me hubiese quedado con Fields, pero más allá de eso, este equipo me parece, deportivamente hablando, superior al de la temporada pasada. Más equilibrado. El puesto de base es crucial en este deporte y la temperatura de esta franquicia será, por fin, más templada, sin tantos altibajos innecesarios.
El tiempo dirá qué tan acertados o equivocados estuvieron en dejar ir a Lin. Más allá de todo esto, es increíble ver de cerca el furor que desató este pequeño saltamontes en sólo unos pocos meses de explosión.
New York, New York. Así lo cantó Frank Sinatra.
Una ciudad especial. A mi entender, quizás demasiado.
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Bruno Altieri
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