WWW.LIGAPLENITUD.NET
LOS ÁNGELES -- Las comparaciones son odiosas, pero inevitables. Siempre injustas, porque para gustos los colores, pero comparaciones al fin y al cabo.
En una ciudad como es la de Los Ángeles, que rezuma baloncesto por los cuatro costados con dos equipos dispuestos a darlo todo este año, no se puede dejar pasar la oportunidad de colocar en una balanza a dos de los mejores bases que hay en el momento (por no decir los mejores): ¿Chris Paul o Steve Nash? ¿Steve Nash o Chris Paul?. Ésa es la cuestión.
En este alarde comparativo hay un hecho irrefutable: diez años y nueve meses separan a ambos jugadores. Poco más de una década que se traduce en desgaste en el caso de Nash y plenitud deportiva en el de Paul. El ex de los Suns ya no es el que era, pero sus virtudes siguen siendo más que sus defectos. Por eso fichó por los Lakers, porque si hay algo que le falta conseguir antes de decir adiós es un anillo de campeón; por eso y porque sólo los mejores completan plantillas de altura como la de los laguneros; y Nash sigue siendo uno de los más listos de la clase.
Algunos pensarán que Nash no es más que un segundo plato tras la negativa de la liga a dar el visto bueno a que Paul vistiera de oro y púrpura hace menos de un año. Cierto. Pero a falta de pan, bueno es el vino. Ya en la treintena larga, el armador de los Lakers es un gran reserva titular, un Cabernet Sauvignon del 74 capaz de erigirse como el máximo asistente de la NBA en 2011, por delante de otros destacados como Derrick Rose, Deron Williams o Russell Wetbrook, todos ellos en la flor de sus carreras.
Sobre las espaldas de Nash recayeron muchas de las victorias de Phoenix Suns el año pasado (el equipo llegó al .500). Aunque los tiempos de MVP quedaron atrás (logró el galardón en 2005 y 2006), una de sus virtudes es la de hacer mejores a sus compañeros. Si no que le pregunten a Dwight Howard, cuyo juego se verá afectado tan positivamente en su dupla con el rey de los 'pick and rolls', que el centro podría acabar con el legado de LeBron James o Kevin Durant. Los prodigios en ataque de Nash son incontestables, los defensivos no lo son tanto. Es precisamente esta parcela en la que más carencias muestra.
Le cuesta defender a sus homólogos más destacados, pero ellos también lo pasan mal a la hora de frenar al armador de los Lakers. Puede que no cabalgue sobre la cancha como antaño, pero su visión de juego y finura en los lanzamientos le siguen manteniendo en las alturas (13,7 PPP y 13,5 APP en 40 minutos de media por partido durante las dos últimas campañas). Paul, por su parte, cuenta con la explosividad, la cadencia y el liderazgo. Las voces más críticas apuntan a que su juego no es el mismo desde que se operó la rodilla derecha en 2010, aun así, la temporada pasada dio el do de pecho en momentos clave para llevar a su equipo, junto a Blake Griffin y compañía, a las semifinales de la Conferencia Oeste.
Si en la parcela de las asistencias Nash parece llevarse la palma, en el defensivo y el de puntuación, Paul se ve superior. Logró 19,8 PPP el año pasado, además de que se erigió como el líder de los robos de balón en 2012. El armador de los Clippers es bondadoso. Brinda balones cuando es necesario y desarbola defensas por su cuenta cuando lo desea. Penetra con velocidad y se come su propio guiso para arrancar los aplausos de propios y extraños. Sus 485 encuentros jugados en la NBA chocan con los 1152 de su rival. Por eso Nash tiene más logros personales.
No logró su primer galardón de MVP hasta que cumplió los 31 años de edad, veremos cuánto tarda Paul en alzarse como Jugador Más Valioso. Puestos a soñar, hubiera sido un regalo de los dioses del baloncesto el haber visto a los dos jugadores en igualdad de condiciones, jugando a ser rivales en el clímax de sus carreras, pero este deporte caprichoso no lo quiso así.
Ahora sólo queda ver cómo encaja Nash en un equipo con un líder absoluto como es Kobe Bryant y donde las estrellas brillan por su presencia. Habrá que comprobar cómo será su juego sin estar en el primer plano en el que ha estado en todos los equipos en los que ha participado.
Paul, en cambio, será tan jugador como entrenador dentro de la cancha; sin duda un líder indiscutible. Es injusto decantar la balanza de uno u otro lado, pero en esta injusticia, Paul gana la batalla sobre el papel. La juventud es un divino tesoro y sólo Nash está en la tesitura de demostrar que su experiencia vale más que la fortaleza veinteañera. Ganas no nos faltan por ver a los dos baluartes cara a cara sobre la misma cancha, en plena acción en un Staples Center ansioso de baloncesto del bueno. Que así sea.
WWW.LIGAPLENITUD.NET
Gonzalo Aguirregomezcorta
No hay comentarios.:
Publicar un comentario