Sebastián Martínez Christensen
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MIAMI -- A algunos les toma más tiempo madurar que a otros.
No soy un psicólogo ni mucho menos, pero en cuanto a madurez en la cancha se refiere, diría que LeBron James está en un nivel sin precedentes para él.
El James que estamos viendo en estas Finales de la NBA es agua y aceite con respecto al del año anterior.
"Es un jugador completamente distinto", admitió Dwyane Wade. "El año pasado estaba pensando demasiado, pero tiene que darse cuenta que cuando ataca, nadie lo puede detener sin falta".
Nuestro
colega J.A. Adande decía el otro día que el equipo más agresivo,
ganaría esta serie, y sinceramente no puedo estar más de acuerdo con esa
afirmación.
El Heat está siendo mucho más agresivo esta postemporada, y James
encabeza esa cruzada.
Para que se den una idea, James tuvo
20 intentos desde la línea de libres en seis juegos en las Finales del
año pasado, y ya lleva 29 intentos en apenas tres encuentros en esta
edición.
"El año pasado no hice suficientes jugadas que
alteraron el curso de los partidos", enfatizó James. "La fórmula es ser
agresivo".
James se ha cargado a este equipo del Heat en
sus hombros esta postemporada. Ha promediado 30 puntos, 10 rebotes, 5
asistencias, y ha encestado más del 50 por ciento de sus lanzamientos .
Números sencillamente ridículos.
Estadísticas que hoy continuaron engrosándose, porque en un partido en general muy desprolijo, fue James la constante del Heat.
"Yo
sabía que ellos iban a salir a proponer un básquetbol muy físico, y
quise retrucar agresión con agresión", sentenció James. "Tuvimos 46
puntos en la pintura y pude bajar cinco rebotes ofensivos. Me voy
conforme con eso".
James ha jugado en prácticamente en
todas las posiciones para Miami. Por momentos es el armador del equipo,
mientras que en otros pasajes es el centro de una alineación pequeña.
"No importa el tamaño", afirmó James. "Es todo voluntad y deseo".
Ciertamente
lo está exhibiendo en estos playoffs. De cargar cualquier otro
apellido, probablemente estaríamos repartiendo flores sin cesar.
Pero no con LeBron, a quien la prensa es rápida para marcarle sus
propios errores.
Entiendo las críticas tras unas pésimas
Finales el año pasado, pero no sólo ha respondido con la mejor temporada
de su carrera, sino que además está demostrando que puede cerrar
partidos; al menos eso hizo en los últimos dos juegos.
Es hora de elogiar a James. Así como se lo criticó en su momento, hoy hay que alabarlo.
No obstante, James sabe que esta serie está lejos de estar terminada.
"Hoy
no jugamos básquetbol ganador, cometimos nueve pérdidas en el cuarto
decisivo", expresó James. "Ellos son jóvenes y hoy cometieron errores,
pero saldrán con más intensidad para recuperar la localía, y nosotros
tenemos que estar listos".
James tiene una intensidad y un
enfoque renovado. Su protector bucal tiene el número 16, porque sabe que
esa es la cantidad de victorias que necesita para ganar un anillo y
sacarse un gorila de la espalda. No quiere volver a sentir el dolor de
haberse quedado al borde la orilla.
"El dolor que sentimos
por haber perdido la temporada pasada fue una gran enseñanza", declaró
James. "Hablamos de ese momento todo el tiempo, y es una enorme
motivación para nosotros".
Motivación personal, y el único
antídoto para callar a los críticos de una vez por todas. Porque aunque
no sea justo y aunque no opaque el hecho de que está haciendo historia
frente a nuestros ojos, la realidad es que si no gana el título, será
fracaso para Miami y para James.
No hay punto medio con LeBron, esa es su realidad.
Aunque esta vez parece estar listo para tomar el toro por los cuernos.
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