Sebastián Martínez Christensen
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MIAMI -- Así como el Miami Heat
es el equipo más polarizante de la NBA, con sus fanáticos no parecen
quedar dudas, o al menos la percepción pública parece ser una sola.
"Esta fanaticada es una tristeza", dijo Charles Barkley en una de sus transmisiones. "Prefieren ir a la playa o quedarse tomando algo hasta que inicie la segunda mitad".
Por
esas palabras y la mala idea de tener un set televisivo externo en su
momento, los fans de Miami abuchearon sin cesar a Barkley, y uno se
excedió y le lanzó una cerveza, lo cual hizo que el ex alero de poder
quisiera irse a golpe de puños con su agresor.
Lo pasado, pisado, pero la realidad indica que esas palabras de Barkley están en sintonía con la percepción general.
Y
habiendo estado en la mayoría de los partidos del Heat esta temporada y
en años pasados, debo admitir que es cierto que muchas veces cuando
comienza el partido, hay varias butacas vacías.
Hay un bar
en el nivel de suites que está constantemente colapsado, y muchos de
los que se hacen presentes en el American Airlines Arena, se concentran
más en tomar alcohol que en mirar el partido.
También es
verdad que muchos optan por ir a la playa, porque a diferencia de
ciudades donde en este momento hace mucho frío, en Miami hace un calor
infernal, y hay opciones alternativas.
Esa es la triste realidad de algunos, aunque nunca está bien generalizar.
A esto hay que sumarle la realidad económica. Desde que llegaron LeBron James y Chris Bosh
a esta ciudad, las entradas han triplicado su valor en temporada
regular y valen hasta nueve veces más caras para estos playoffs.
Los que vienen a ver a "su equipo" son a veces los de mayor poder adquisitivo, y no necesariamente los mayores fanáticos.
Algunos, entienden la trascendencia de estas Finales ante el Thunder, y han invertido de sobremanera.
"Sigo
al Miami Heat desde su primera temporada", declaró Ramón Hidalgo,
nicaragüense de 43 años. "Se me hace imposible venir a todos los
partidos. De hecho, las entradas estaban demasiado caras en playoffs,
pero cuando el Heat llegó a la final, le dije a mi mujer que este mes no
comíamos y compré estas entradas".
Como sucede en toda ciudad, hay algunos más fanáticos que otros.
Gustos
aparte, el Heat tuvo el mejor récord de la liga jugando en casa durante
la temporada regular, en la cual apenas perdió dos partidos.
"Nuestros
fanáticos han estado espectacular durante todo el año", enfatizó LeBron
James. "Aunque debo decir que nunca los escuché tan ruidoso como en el
séptimo juego ante Boston".
El tema de los fanáticos volvió
a entrar en escena en estas finales, porque justamente el estadio de
Oklahoma City es el más ruidoso de la NBA. Existe allí una especie de
ambiente universitario, a tal punto que los simpatizantes no se sientan
hasta que su equipo anota la primera canasta.
"Se han dicho muchas cosas acerca de nuestros fans", expresó Dwyane Wade.
"Pero digan lo que digan, son nuestros fanáticos y los apreciamos
muchísimos. No sé si escuché lugares más ruidosos que Miami en ese
último juego ante Boston".
En Atlanta el estadio está vacío
prácticamente todo el año, pero sin embargo nadie los critica. La razón
de ser es porque a nadie le interesa.
Hacen falta muchas "actuaciones" de nivel, y ni se si eso será suficiente, para revertir la percepción.
El tercer juego de las Finales de la NBA era la oportunidad perfecta para empezar a cambiar esa imagen.
Allí estaban todos en sus asientos con sus camisetas blancas al inicio del juego, y a decir verdad estuvieron bien ruidosos.
Si
les soy sincero, a excepción de unos seis, siete estadios en la liga,
no se nota tanto la diferencia de ambiente con respecto a lo que se vive
en Miami.
Pero al igual que le sucederá a LeBron James hasta que gane un anillo,
los fans de Miami tendrán que convivir con la etiqueta de Barkley para
siempre.
Hazte la fama y échate a dormir.
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