NEW YORK -- El cierre patronal quiebra el ritmo usual del jugador de NBA, más allá de su situación fiscal. El mes de octubre es el momento de afinar el acondicionamiento físico, presentarse a la concentración del equipo, entender los esquemas y filosofía del cuerpo técnico, y continuar el proceso de generar resistencia a la carga física que se aproxima. Un puñado de partidos de pretemporada y --al ruedo.
Los vaivenes en las negociaciones han causado estragos en los planes de los jugadores de NBA. Sienten la necesidad física y profesional (y en algunos casos económica) de regresar al taller de una liga competitiva, pero las malditas pláticas no alcanzan resolución.
Para la mayoría de los jugadores estadounidenses de la NBA, jugar en otras ligas es el equivalente de treparse en un cohete ruso y viajar a la Luna, desde su punto de vista: algo exótico, inimaginable, incomprensible y un poco peligroso. No buscaron plaza cuando los equipos en ligas pudientes armaban sus planteles y para la gran mayoría ahora es muy tarde ya para conseguir contratos jugosos o inclusive plaza en una liga en ultramar.
Acordar o no acordar con los dueños en las negociaciones por un nuevo convenio colectivo: mientras los jugadores claudican tema por tema ante las exigencias de los dueños, hemos visto ya cuatro interrupciones principales en el proceso negociador. Los jugadores NBA, en especial aquellos con contratos de cierta envergadura suspendidos por el cierre patronal, quieren esperar a que todo se componga para poder regresar a jugar en Norteamérica. Buscar alternativas sencillamente no vale la pena.
Pero el tiempo pasa y el acuerdo que quizás se palpaba se distancia un poco más, con más interrupciones en las negociaciones y actitudes ásperas de parte de ambos bandos. Mientras tanto, los jugadores necesitan roce y taller para mantener sus destrezas a punto.
En el caso de Argentina, presenciamos a Manu Ginóbili practicar con Estudiantes en su Bahía Blanca natal, a Andrés "Chapu" Nocioni hacer lo propio con Peñarol en Mar del Plata y a Luis Scola y a Carlos Delfino jugar en una mini-gira de exhibición por Santiago del Estero y por La Banda contra equipos de una de las ligas latinoamericanas de mayor nivel competitivo y organizativo, la Liga Nacional de Básquet de Argentina (LNB). Fabricio Oberto espera una oferta de un equipo NBA en caso que el cierre termine, pero en el Atenas de Córdoba en que dejo claro sus quilates tiene un hogar permanente. Nocioni establece la dinámica que afecta a estos jugadores, sin rodeos, como es su costumbre: "hasta ahora tomé la decisión de venir sólo a entrenar con el equipo, pero jugar no lo veo muy claro, porque depende de lo que ocurra con la NBA".
Los mercados europeos se han entumecido, en parte porque los equipos se han armado ya con contratos importantes de por medio, en parte porque la situación económica del continente europeo y del mundo entero no permite muchos derroches de capital, ni caudales malgastados. A estas alturas, un equipo de ligas europeas o algunas asiáticas se aventurará por fichar a un jugador en caso que su plantel sufra una baja por lesión importante.
Cabe siempre la posibilidad que un equipo necesitado o un propietario deslumbrado por el talento de un Ginóbili, Scola, Delfino, Nocioni u Oberto podría incorporarlo en cualquier momento. Si es verdad que el mercado por sus servicios ha disminuido, también es verdad que siguen siendo jugadores valorados y atractivos.
Supongamos que la temporada de NBA se pierda a la tirantez emocional de ambos bandos en la negociación, que ha pasado el tiempo y estamos en enero del 2012 y el mercado de plazas europeo se siga enfriando --¿cuán económicamente factible sería el que estos señores jugasen en su liga nacional?
Estos jugadores argentinos, cuya devoción por su deporte y país impresiona y no debe ser debatida, les inspiraría conceptualmente la posibilidad de jugar en la LNB, poniendo a un lado el tema de compensación y los inevitables viajes en colectivo (autobús) desde puntos distantes para trasladarse entre partidos. Uno de los escasos beneficios del cierre patronal de la NBA es la oportunidad de jugar en su país cuando todavía están en o cerca de su plenitud deportiva.
Sin embargo, el mismo tema que atentó contra su participación en competencias internacionales este invierno austral vuelve a entrometerse: comprar una póliza de seguro que cubra el monto de los años restantes de sus contratos suspendidos de la NBA.
Repasemos la fórmula que usan las aseguradoras para calcular las primas que cobran a los jugadores: la suma el 1% del pago del primer año restante, 0.5% del segundo año restante, y 0.33% de la compensación de los demás años restantes tras el segundo como punto de partida. El monto aproximado de lo que costó su póliza para poder participar en el Pre-Olímpico en Mar del Plata es el siguiente (cuadro 1).
Estas cantidades cubren los casi dos meses de concentración y competición. En el caso de los cuatro NBA la póliza de seguro por una temporada de casi 10 meses en la LNB costaría de cuatro a cinco veces lo que costó la póliza a MdP (Cuadro 2).
Solo Delfino presenta una cifra que podría pagar una de las franquicias de la LNB con un pabellón con la capacidad para poder justificar semejante gasto, pero aún así con suma dificultad. Nocioni así lo declara: "implicaría un gasto muy grande para el club y por supuesto no quiero poner en problemas a Peñarol por jugar. Solo voy a entrenarme".
Ni siquiera un patrocinador acaudalado o una entidad gubernamental comprometida podrían sufragar estos costos por una temporada completa, que ni siquiera incluyen la compensación al jugador.
Pero si continúa el debate digno de Hamlet entre la NBA y su sindicato de jugadores (acordar o no acordar, ese es el tema&) y se mantiene la dinámica existente de esperar una resolución próxima a estas pujantes negociaciones; si el mercado europeo se seca por esta espera interminable, existe una posibilidad (ojo, no probabilidad) que estos jugadores puedan jugar en la liga de su país.
La temporada regular de la LNB termina el 11 de marzo y los playoffs abren cuatro días después. Justo antes del comienzo de los playoffs, los equipos pueden incorporar nuevas figuras. A partir de ese momento, le restarán dos meses de actividad a la liga y las pólizas de seguro se aproximarán a los niveles del costo de Mar del Plata.
En ese caso, Oberto y Delfino serían los jugadores más asequibles (por el costo de sus pólizas) y podrían, por ejemplo, vestir los uniformes de Atenas y Libertad de Sunchales (club con lazos económicos a la aseguradora Sancor quien aportó importantemente a sufragar los gastos de la póliza de estos mismos jugadores para el pre-Olímpico de Mar del Plata), respectivamente.
Nocioni podría jugar, más allá de practicar para mantenerse en forma actualmente, con Peñarol. Dos fuentes allegadas a la LNB comentan que ese club y Nocioni negocian la posibilidad de una participación en el cierre de la temporada y/o playoffs, o alternativamente en el torneo Super 8 que se celebra entre el 23 y el 26 de noviembre en el Polideportivo de Mar del Plata. Una póliza por cuatro días de competición no debe representar un desafío tan oneroso.
Los casos de Scola y Ginóbili presentan los obstáculos mayores, porque sus pólizas son las más caras. Su posible participación en playoffs de la LNB implicaría un gasto de $200,000 por jugador para comprar una póliza de seguros, sin hablar de su compensación. Es prácticamente imposible que un equipo de la LNB, aún Peñarol o Quilmes en Mar del Plata con un Polideportivo con capacidad para hasta 8,000 aficionados, pueda asumir el costo de tal compromiso con solo la mitad de sus partidos de playoffs como local. Una empresa privada podría patrocinar parte de ese costo, pero jamás podrá sacarle provecho a ese tipo de inversión.
Una entidad gubernamental que cubriese esos gastos se expondría a que su decisión fuese debatida políticamente.
Estos jugadores son muy gallardos como para discutir en público los detalles de estos arreglos económicos y contractuales que se tienen que cumplir tras bambalinas para ellos poder jugar. Probablemente se llegue a fin de cuentas a un acuerdo en la NBA, o en el peor de los casos terminarán jugando en equipos europeos que los puedan incorporar con mayor facilidad.
Soñar que jueguen en la LNB no cuesta, pero estas pólizas de seguro sí, y de qué manera. Si se pierde la temporada de la NBA, tras las innumerables fintas de las negociaciones por un nuevo convenio colectivo que han sacado de ritmo a jugadores, sus representantes y gerentes generales de otras ligas alrededor del mundo, podrían encontrarse en su país en el 2012. Es improbable que jueguen allí, pero no imposible.
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