BARCELONA -- El base del Regal Barcelona Ricky Rubio anunció el viernes su decisión de jugar la próxima temporada en la NBA defendiendo la camiseta del Minnesota Timberwolves, la franquicia que le eligió en el número 5 del 'draft' de 2009 y que tiene sus derechos en la liga profesional estadounidense.
"Estoy aquí para anunciaros que he decidido emprender este viaje, que me voy a la NBA. Es una ilusión que tenía, un sueño, y por fin lo he podido cumplir", ha manifestado.
Rubio ha comparecido en la sala de prensa del Camp Nou para explicar los motivos que le han llevado a emprender esta nueva aventura en su carrera.
El internacional español ha asegurado que tomar esta decisión ha sido "más difícil" de lo esperado: "Cuando fiché por el Barça, ya dije que venía con la idea de estar sólo dos años, pero este club me ha dado títulos, amigos, me ha tratado fenomenal, he tenido unos compañeros excepcionales y me han hecho estar muy a gusto. Eso me ha hecho dudar todavía más".
Ricky ha negado que haya decidido marcharse porque ya lo ha ganado todo en el básquetbol FIBA y porque considere que su evolución se ha estancado y ha afirmado que se siente preparado para "jugar con los mejores" y cree que es el momento de hacerlo.
El jugador catalán ha asegurado que podía haberse quedado en Europa, porque sólo tiene veinte años y "muchas cosas que mejorar". Y, aunque ha admitido que su última temporada de azulgrana no ha sido, en el plano individual, para tirar cohetes, también ha recordado que el objetivo colectivo, que era seguir ganando títulos, se ha cumplido con creces.
"Nadie es tonto y está claro que no ha sido la mejor temporada de mi carrera. Si fuese un deporte individual, quizá te diría que podía haber jugado más o mejor, pero esto es un deporte de equipo. Debes dar lo mejor de ti para que el equipo gane, y el equipo ha ganado. Por tanto, las cosas se han hecho bien", ha argumentado.
Rubio viajará la próxima semana a Minneapolis, donde firmará su nuevo contrato con los Timberwolves, que le garantizan dos temporadas más otras dos opcionales bajo el formato 2+1+1.
A cambio, el Barça recibirá, tal como ha explicado Joan Creus, "un millón de euros de indemnización", de los cuales Minnesota pagará 350.000 euros y Ricky los 650.000 restantes.
"Tendré que hacer pesas y ponerme más fuerte", ha indicado Ricky, a quien no la preocupa el posible cierre patronal que podría poner en peligro la competición de la temporada que viene.
"Si hay 'lock-out' dicen que no será para toda la temporada. Así que tendré más tiempo para entrenar y prepararme para jugar en la NBA", ha sentenciado Ricky Rubio, que no tendría repararos en volver a Europa y volver a jugar en el Barça si el cierre patronal finalmente se hace extensible a toda la campaña 2011-12.
RUBIO, EL ÚLTIMO NIÑO PRODIGIO
Ricky Rubio, el último niño prodigio del básquetbol europeo, el que ha batido récords de todo tipo (en lo económico y en lo deportivo), ha decidido emprender el camino para que el que estaba predestinado y jugará el año próximo en la NBA.
Hace dos primaveras su decisión de inscribirse en el 'draft' de la NBA acaparó la atención de la prensa especializada de medio mundo y originó un cisma entre él y su club de siempre, el Joventut de Badalona, lo que provocó su marcha al Barcelona.
La entidad azulgrana puso 3,7 millones de euros encima de la mesa, el Joventut pudo ajustar cuentas pendientes con Hacienda y Ricard Rubio Vives (El Masnou, Barcelona, 21 de octubre de 1990) se convirtió, con tan solo 18 años, en el fichaje más caro de la historia del básquetbol español.
No es algo extraño, sino habitual, que delante de Ricky Rubio se ponga el adverbio 'más', porque hablar de él es hacerlo de un caso excepcional, de un deportista superlativo, de un talento precoz.
Alguien capaz de ser el MVP del Europeo cadete de 2006, dominando de forma insultante todos los apartados del juego, de convertirse en el máximo anotador, reboteador, asistente y recuperador del torneo, no puede ser un jugador cualquiera.
Pero el más joven en debutar en la Liga española (14 años, 11 meses y 24 días), en ganar una Euroliga, en llegar a los 1.000 puntos en la ACB, en conseguir una medalla olímpica de básquetbol, ha dejado de ser 'el más' en todo para convertirse, a sus 20 años y casi sin darse cuenta, en 'un jugador más'.
Ricky es consciente de que su evolución se ha estancado. Durante sus dos temporadas en el Regal Barça ha engordado aún más su extraordinario palmarés de clubes (Euroliga, ULEB Cup, FIBA Eurocup, Copa del Rey, Supercopa y ahora la Liga ACB, el único título que le falta en su aún corta carrera profesional), pero también ha menguado su aura de superclase.
Aún que a ambos les unían cuatro años más de contrato, el Barça y Ricky sabían desde el primer día que lo suyo sería un amor de verano o un matrimonio de conveniencia -según se mire- que se rompería tarde o temprano para que cada uno pudiese retomar su camino.
Ese momento ha llegado. Ricky sabe que ya ha ganado todo lo que se puede ganar en el básquetbol FIBA, que de seguir en Europa podría acabar convirtiéndose en una jugador acomodado y que necesita de la NBA para reencontrarse con todo aquel caudal de talento que un día quizá dejó olvidado en el vestuario de cualquier pabellón europeo.
Al Barça tampoco le interesa seguir pagando a precio de estrella a un jugador que debía dominar la posición de base durante la próxima década y que, sin embargo, ha firmado unas estadísticas de actor secundario en sus dos años vistiendo la camiseta azulgrana.
5,6 puntos, 2,9 rebotes, 4,1 asistencias, 1,7 recuperaciones y 9,7 de valoración en ACB y 6,6 puntos, 3 rebotes, 3,8 asistencias, 1,5 recuperaciones y 10,1 de valoración de mediad en la Euroliga en sus dos temporadas en el Regal Barcelona no son cifras de un número 5 del 'draft' de la NBA.
En el pasado Mundial de Turquía, que debía ser el de su consagración, Ricky no estuvo a la altura como sustituto de José Manuel Calderón en el papel de base titular de la selección española.
Y esta temporada, hasta su compañero en el Barça Víctor Sada le ha recordado que un base, además de dirigir, puede también anotar, pasar, defender y rebotear, virtudes todas ellas que Rubio compaginaba como nadie no hace tanto tiempo.
En cualquier caso, en Minnesota, los Timberwolves lo esperan con los brazos abiertos. Creyeron en él cuando lo eligieron entre los cinco mejores del 'draft' de 2009 y siguen creyendo en sus posibilidades dos años después.
A la franquicia de Minnesota, Ricky le debe algo. Tiene potencial y recursos de sobra para corresponder esa confianza con la magia que no hace tanto desprendía su juego. Solo tiene 20 años y toda una carrera por delante para demostrar que, efectivamente, aun puede ser uno de los mejores bases del planeta.
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