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miércoles, 15 de junio de 2011

NBA: OH DIOS, LEBRON, OTRA TEMPORADA FRUSTRANTE

MIAMI -- Los gritos y las risas se filtraban en el salón de entrevistas desde los vestidores de los Dallas Mavericks, y LeBron James y Dwyane Wade no pudieron evitar que los abrumara. A su alrededor reverberaban puros sonidos de celebración, sal en sus heridas mientras festejos similares rugían por diferentes partes del país.

Espacio, tiempo, ironía y remordimiento; estas realidades y emociones estaban aplastando al Miami Heat. Todos eran culpables. Esta derrota tuvo muchos padres. Pero nadie sentía su peso tanto como James.

En este mismo espacio -- a pocos pies de distancia, de hecho -- adonde ahora se sentían en su punto más bajo, Wade, James y Chris Bosh se habían subido a un elevador hidráulico para anunciarle al mundo su llegada a Miami. Un mundo que se lo tomó tan mal que se quedó festejando hasta tarde y volcó todo su regocijo en Facebook y Twitter por la victoria de los Mavs sobre el Heat 105-95 en el Juego 6 de las Finales de la NBA el domingo por la noche.

"A veces lo tienes, y a veces no", les dijo James a los medios. "El Hombre de Arriba sabrá cuando es mi momento. No es ahora", les dijo James a sus seguidores por Twitter unos minutos más tarde.

El tiempo. El tiempo ahora es todo lo que tiene James y va a ser duro. Con el inicio de la próxima campaña en duda por problemas laborales y sin agencia libre para distraer al mundo del básquetbol de otro colapso personal en la postemporada, la redención no se vislumbra en el horizonte.

Luego está la ironía. El Heat cayó ante los Mavs, cuyo propietario Mark Cuban estaba tan enojado de que James, en aquel entonces agente libre, ni siquiera estuviera dispuesto a darle una entrevista a su equipo el verano pasado que pidió una investigación de cómo James, Wade y Chris Bosh habían llegado a tomar la decisión de cambiar el equilibro de poder en la NBA. Ahora ese mismo hombre se estaba llevando el trofeo Larry O'Brien de su propio edificio.

"El Heat no podría importarme menos, es su problema", dijo Cuban con la arrogancia de un hombre que estaba probando el sabor de la venganza y la reivindicación al mismo tiempo. "Ellos hicieron lo suyo y nosotros hicimos lo nuestro".

Pasemos al remordimiento. Esto será lo más difícil porque es una carga que James y sus compañeros tendrán que soportar solos. Las truculentas estadísticas lo perseguirán para siempre, aunque logre alcanzar el éxito supremo en el futuro. Los videos pesarán sobre su legado; las inexplicables posesiones en las que parecía perdido e inseguro de su talento, los cuartos enteros durante los cuales su juego fantástico desaparecía sin razón aparente.

En el Juego 6, James anotó nueve puntos en los primeros minutos, dando la impresión de que finalmente iba a demostrar su temple antes de que fuera demasiado tarde. Luego pasaron 36 minutos en los que anotó apenas cinco puntos más, lanzando pases poco precisos, defiriendo y luciendo pasivo nuevamente.

Para el último cuarto ya era demasiado tarde. Metió algunos tiros --para siete puntos-- que calificaron como su mejor último cuarto de una serie en la que venía desapareciendo de forma tan grosera que la gente ya estaba hablando de lesiones e inventando rumores para poder comprender lo que estaban viendo.

Tal como la campaña pasada en Cleveland, cuando el rendimiento de James en la recta final fue el polo opuesto de lo que anunciaban su talento y su historia. Tal como cuando los Cavs quedaron detrás de los Celtics, ni bien los Mavs dieron vuelta las cosas ante el Heat hacia la mitad de la serie, James perdió su juego y su arrogancia. Cuando el Heat estaba superando a los Boston Celtics y a los Chicago Bulls, series que controlaron desde el principio, James jugó brillante. Se lució eliminando a estos equipos.

Se esperaba que ahora redescubriera este dominio con la ira y la motivación de los Mavs y las masas. Eso era lo que creían quienes lo rodeaban. Hablaron con él sobre eso, lo incentivaron, lo esperaban. Hasta sus mayores detractores y críticos sabían que podía suceder. Clasificaron y atemperaron sus críticas durante la última semana ante la expectativa de que James contestara en algún momento.

Pero después de otro partido desconcertante el domingo -- pasándole el balón a Juwan Howard una y otra vez en el aro en lugar de apuntar a la canasta él mismo, dejando pasar tiros abiertos cuando el balón venía hacia él, quedándose parado como un observador en defensa como si fuera un campo de entrenamiento -- las cosas se iban aclarando.

James no pudo hacerlo.

Así que fue ilustrativa una instancia en el último cuarto en la que el Heat estaba intentando remontar el partido y Mario Chalmers y James se encontraban juntos en un contraataque. James pidió el balón. Chalmers lo vio pero se lo guardó, tratando de superar a dos jugadores de los Mavs por su cuenta. Fue una jugada audaz pero equivocada de parte de un jugador testarudo y valiente, y también fue un fuerte indicio de lo que los compañeros pensaban sobre James en ese momento. Chalmers pensó que él podría hacerlo mejor.

James terminó con 21 puntos, la marca más alta del Heat, en lo que a simple vista parece ser una producción grandiosa de nueve aciertos en 15 intentos. De hecho, la producción fue mejor que la de Wade, quien metió seis de 16 y sumó apenas 17 puntos. Pero el juego de Wade tuvo mucha más voluntad y pasión. Ardía en la cancha intentando impulsar al Heat.

Durante las próximas semanas, la angustia de Wade será tan intensa como la de sus compañeros. Y aunque será inevitable lamentarse por su ejecución, su garra fue incuestionable y se irá a dormir cada noche sabiendo que sigue siendo un campeón. Sus errores, y fueron muchos, fueron producto de su agresión y de su deseo de ganar.

Lo mismo va para Chalmers, quien anotó 18 puntos, repartió siete asistencias y robó tres balones. Y para Udonis Haslem, quien marcó 11 puntos y nueve rebotes con un pie que aún no ha sanado por completo. Y para Bosh. No estuvo a la altura de su rival Dirk Nowitzki, es cierto. Nadie lo estuvo. Pero Bosh tal vez haya quedado más absuelto que nadie en el Heat. Terminó el Juego 6 con 19 puntos y ocho rebotes.

Todos jugaron como si su supervivencia en los playoffs estuviera en juego el domingo por la noche. James, una vez más, jugó la mayor parte como si no pudiera despertar de una pesadilla.

Después del Juego 4 de James, cuando anotó ocho puntos en un partido que realmente cambió la marea de la serie al verse incapaz de impactar el resultado cuando el Heat estuvo a una o dos jugadas de tomar una ventaja de 3-1 en la serie, la expectativa de una respuesta de James pasó a ser enorme. Una mejora marginal no sería suficiente. Necesitaba volver rugiendo con su talento y el recuerdo fresco de las dos rondas anteriores.

Pero no fue así. Y lo más dantesco fue que parecía que no era capaz de hacerlo.

Para aquellos que lo maldijeron cuando firmó con el Heat el verano pasado -- sean fans de los equipos que rechazó o personas decepcionadas por la naturaleza de su anuncio -- fue como Navidad. Aún inmerso en la burbuja de amigos y familiares que ha forjado durante los últimos años para protegerse, lo sabía y lo escuchaba con la misma claridad que se oían los jugadores, entrenadores y directivos de los Mavs abriendo Budweisers por el corredor.

Raído, lo único que James pudo hacer fue desplegar sus mecanismos de defensa.

"Toda la gente que estaba deseando mi fracaso al fin y al cabo mañana se tiene que levantar y seguir viviendo la misma vida que llevaban antes", dijo James. "Van a seguir teniendo los mismos problemas personales que tenían hoy. Yo voy a seguir viviendo como quiero vivir y seguir haciendo las cosas que quiero hacer con mi familia y estaré contento por eso".

Sí, James podría irse en su Bentley o su Rolls Royce o su Maybach o cual sea el vehículo que elija. Podría retirarse a su mansión adonde su chef personal lo espera con una comida cinco estrellas. Y luego a la cama con sábanas de 1500 hilos. En unos días, despegará en un jet privado a tomar unas vacaciones.

La gran mayoría de quienes brindaron por su derrota saldrán a trabajar como todos los días el lunes por la mañana.

James es multimillonario ahora y seguirá siendo multimillonario cuando termine el paro que se viene. Como dos veces JMV, se lo merece. Todas estas cosas le darán consuelo mientras su rendimiento sea eviscerado a nivel nacional

"Podrán tener un par de días o meses o lo que sea de felicidad porque no sólo yo sino también el Miami Heat no alcanzó su meta", dijo James. "Pero tendrán que volver al mundo real en algún momento".

Y aquí está el problema. James también tendrá que caer en algún momento. Después de ocho años, James acaba de completar otra campaña sin un anillo. En el pasado podía hacerlo --y lo hacía-- con la cabeza en alto y culpando a los demás en silencio. El año pasado se las arregló para apartarse de una serie en la que su rendimiento no fue bueno.

Ahora, en el mundo real, no tiene adonde ocultarse.

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