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Difícil... mas no imposible... es la tarea que tiene por delante la selección nacional de baloncesto masculina en su intento por lograr uno de los dos cupos que ofrece el Preolímpico de Mar del Plata, Argentina para los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
De hecho, muchos consideran que en vez de dos es a un puesto que se debe aspirar ya que el otro parece reservado para el equipo anfitrión, Argentina, que contará con la mayoría de su llamada “Generación Dorada”.
Un equipo que ha sido ya Campeón Olímpico -Atenas 2004- y Subcampeón Mundial -Indianápolis 2002- no es para que sea considerado menos que amplio favorito para llegar, por lo menos, al partido por la medalla de oro.
Con jugadores como Emanuel Ginóbili, Carlos Delfino, Andrés Nocioni, Luis Scola, Pablo Prigioni, entre otros, más el apoyo de su público será muy difícil que los argentinos no estén en el último encuentro de la justa.
Luego de Argentina, serán cuatro los países que se estarán disputando el otro puesto que da el derecho a ir a Londres: Brasil, Canadá, Puerto Rico y República Dominicana.
Los brasileños llegan al torneo con bajas en cuanto a figuras -Varejao, Barbosa, Nene-, pero con una sólida estructura, buena estatura, ofensiva desde el perímetro y la conducción del argentino Rubén Magnano.
El resto
Los canadienses han sido la “bestia negra” para República Dominicana en dos ocasiones -1989 y 2009- para avanzar al Campeonato Mundial.
Tienen buenos tiradores de tres y defienden bien la pintura, liderados por Joel Anthony (Miami Heat, NBA).
Los boricuas se apoyan en su letal combinación de guards -Carlos Arroyo y José Juan Barea- que pueden tanto atacar como pasar bien el balón. Es toda una escuela y con un “viejo zorro” como entrenador en la figura de Flor Meléndez.
Entonces queda el equipo dominicano, el que más tiene que demostrar y el que debe entrar al torneo con una mentalidad de que no tiene ningún sello de favorito ni mucho menos.
Y a pesar de todo lo que se ha avanzado en la organización con la integración de una empresa privada, liderada por el inquieto Eduardo Najri, al final lo que contará será el resultado.
Resultado que dependerá de muchas circunstancias; pero sobre todo de cómo el dirigente John Calipari podrá hacer “el milagro” de que el grupo de estrellas con las que cuenta la selección nacional actue “como un solo hombre”, como un equipo a la ofensiva y a la defensa.
Más allá de los nombres, hay que contar con los hombres que puedan sacrificar su “estrellato” en favor del bien común.
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