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viernes, 7 de octubre de 2011

SI SIGUE EL PARO, SE VAN A PERDER UNOS CHELITOS EN LA NBA

Derek Fisher
Si las sesiones de negociación de último momento de esta semana representaron un intento de última hora para superar la disputa laboral, entonces nos estamos aproximando muy rápidamente al minuto 59. La liga ha dejado bien en claro que si no se llega a un acuerdo para el lunes, los partidos de temporada regular se cancelarán. Los fanáticos de Derek Fisher quizás, incluso señalen que nos estamos acercando rápidamente al punto donde quedan apenas cuatro décimas de segundo.
Ambas partes abandonaron la sala de negociaciones el martes con unos tres puntos porcentuales de distancia entre sí en el punto más importante. La división de los ingresos relacionados con el básquet (BRI, por sus siglas en inglés) es el gran problema a solucionar. Es la clave de todo este proceso. Si llegan a un número aceptable para dividir el BRI, todo lo demás irá cayendo solo en su lugar.

La retórica que sigue a las sesiones de negociación hace que sea difícil que ambas partes acuerden un número exacto, pero esencialmente todo se reduce a que los dueños ofrecen un 50 por ciento mientras que los jugadores ya han trazado una línea en la arena con su 53 por ciento.

Tres por ciento. Esa es la diferencia entre un silbato inicial de temporada y un estadio vacío. Para ambos lados, el proceso de negociación se reduce a una pregunta sencilla: ¿deberíamos aceptar la oferta en la mesa, o podemos llegar a un mejor acuerdo si decimos "no" y esperamos? Para los jugadores, el costo de decir "no" puede ser cuantificado fácilmente. Los dueños les han ofrecido a los jugadores el 50 por ciento del BRI. Se espera que el BRI de esta temporada esté en alrededor de $4 mil millones, por lo cual los dueños les están ofreciendo a los jugadores una parte de $2 mil millones.

Los jugadores están aguantando para ver si logran un 53 por ciento de la torta, por lo cual están buscando ganar $2.12 mil millones de dólares. Son $120 millones lo que los separan. Claro, eso es en apenas un año. Durante el curso de un acuerdo de seis años, asumiendo un crecimiento de cuatro por ciento por año, el total estará cercano a los $796 millones. Decir "no" y esperar implica sufrir las consecuencias.

Esas consecuencias se transformarán muy pronto en juegos cancelados, implicando que esas ganancias se perderán y nunca se recuperarán. Los jugadores enfrentan tener que elegir entre una porción del 50 por ciento de una torta más grande, y 53 por ciento de una torta más pequeña. Cuanto más aguanten, más se encogerá la torta. Si usamos la temporada 1998-99 como guía, un partido cancelado le cuesta a cada jugador 1/82 de su salario.

Una temporada regular de la NBA dura 170 días, por lo cual cada semana perdida representa el 7/170 de los ingresos de un jugador. Por lo cual si se cancela una semana de partidos debido a que ellos le dicen "no" a la oferta de los dueños del 50 por ciento, los jugadores se pierden $82.4 millones. Los jugadores están negociando para ganar $120 millones en 2011-12, pero ese proceso les cuesta $82.4 millones por semana. Ellos perderían en menos de dos semanas todo lo que quieren ganar de más esta temporada.

El lunes, la liga espera anunciar la cancelación de las primeras dos semanas de la temporada, lo cual le costará a los jugadores la suma de $164.8 millones. En un acuerdo de seis años, los jugadores quemarían en menos de 10 semanas los $796 millones adicionales que quieren ganar. Si continúan queriendo ganar ese 53 por ciento y los dueños se plantan firmes en el 50 por ciento, los jugadores llegarán al punto de quiebre alrededor del día 16 de diciembre.

Si ambos lados firman el contrato por 53 por ciento más allá de esa fecha, entonces los jugadores hubiesen hecho mejor negocio aceptando la oferta del 50 por ciento de los dueños de los equipos antes de que se cancelen esos juegos. Tengan en mente que el día 16 de diciembre representa el punto en el cual los jugadores en su conjunto saldrían derechos.

Cada jugador individual necesitaría quedarse en la liga durante seis años para recuperar sus ganancias perdidas. En una liga en la que la carrera promedio dura menos de cinco años, eso va a ser un problema. Esta es una razón por la cual los dueños tienen la ventaja en esta disputa laboral: ellos tienen una ventana de tiempo más grande para recuperar sus pérdidas.

Un jugador promedio seguramente estará fuera de la liga en un par de años, pero un dueño puede quedarse con el mismo equipo durante décadas. Los jugadores y los dueños necesitan encontrar maneras de achicar la brecha. Ya están lo suficientemente cerca como para que una solución creativa (tal como un sistema en el que los jugadores tengan garantizado no menos del 51 por ciento y los dueños tengan una garantía de no pagar más del 52 por ciento) pueda salvar esta campaña de 82 juegos. Para los jugadores, esperar que aparezca un mejor trato simplemente no tiene sentido.

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