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viernes, 11 de marzo de 2011

NBA: DANNY AINGE Y LOS CELTICS VOLVIERON A JUNTAR UN GRAN GRUPO

He aquí, la famosa foto de Rondo: el base regresará al laboratorio para rehacer la química de Boston
BUENOS AIRES -- La vida se puede recorrer por tres caminos, según nos señala John Kennedy Toole en el maravilloso libro La conjura de los necios: el bueno, el malo, y el que te dejan recorrer.

Los dos primeros caminos tienen que ver con la propia voluntad, el tercero con la forma en que el entorno y la realidad circundante conspiran contra lo que uno verdaderamente hace. Y generalmente, sólo los hombres capaces (muy capaces) logran detectar esa punta del iceberg que, de no reaccionar, se convertirá en su perdición.

Los Celtics, con Danny Ainge y Doc Rivers al mando, conocieron los dos primeros caminos. Navegaron en el infierno tras padecer la fatídica racha de 19 derrotas en fila en 2006-07, y también se relajaron en el cielo tras consagrarse campeones luego de la llegada de Kevin Garnett y Ray Allen a la franquicia.

En la actual temporada, Ainge y Rivers supieron detectar el momento en que se metieron en la tercera senda. Si todo seguía el rumbo en curso -aquel que el entorno exigía cumplir a rajatabla-, el cuello de botella era inevitable, dando como resultado final algo muy distinto a lo que ellos pensaban facturar a comienzo de año. Entonces, sin dejar que la propia realidad funcione como una tormenta endiablada, pusieron manos a la obra para torcer el timón antes de que sea demasiado tarde. En definitiva, rodearon la mesa, jugaron sus cartas e hicieron uso del libre albedrío: mal o bien, decidiremos nosotros.

La vereda del blanco o el negro, jamás el gris.

Cualquier decisión drástica que se tome trae aparejada puntos positivos y negativos. Nada es gratis y, salvo en el diccionario, el éxito nunca llega antes que el trabajo. Los Celtics saben muy bien lo que hacen. No son suicidas deportivos ni tampoco han empezado en esto hace 15 minutos. Tienen, quizás, el don más importante que puede tener un directivo, tanto en las oficinas como en el banco de suplentes: experiencia.

En el póker de candidatos que incluye, además de Celtics, a Bulls, Spurs y Lakers, sólo los últimos dos saben cómo es esta historia de ganar un campeonato.

Todavía recuerdo aquella famosa -y brillante- ilustración de ESPN.com de Rajon Rondo trabajando con tubos de ensayo, a modo de alquimista, buscando encontrar el punto justo de cocción para sus Celtics. Parecía que Rondo ya había dejado para siempre de sembrar, para darle lugar a la cosecha. Pero quizás es momento de que se meta nuevamente en el laboratorio a trabajar en lo que viene.

Sus nuevos compañeros, potenciales estrellas de respaldo, lo van a necesitar. Él es la llave de esta nueva etapa de Boston. Él es el encargado de desarrollar unos Celtics con las mismas cualidades que sus versiones anteriores, pero con algo de maquillaje para disimular defectos.

Los equipos que tienen los puestos bien definidos son aquellos que consiguen algo importante, sin excepciones. Y este nuevo roster de Rivers, que a priori luce como un teorema indescifrable, tiene justamente eso: titulares y suplentes de jerarquía en cada posición. ¿Cuántos equipos de la Liga pueden gritar Eureka cuando miran a su banco de suplentes? Muy pocos.

A continuación, analizaremos qué le puede dar cada uno de los refuerzos a Boston y por qué está destinado a encajar en la estructura grupal.

Carlos Arroyo, base armador. No existe lugar mejor para el base puertorriqueño que la ciudad de Boston. Sin dudas, una contratación que le dará muchísimo a Doc Rivers porque completa un dúo de bases más que interesante con Arroyo y Rondo. El armador boricua es veloz, tira bien al aro y puede dar muchísimo saltando desde el banco. No es ni será Eddie House ni Nate Robinson (por suerte para Boston). Pocos equipos de la NBA pueden darse el lujo de tener dos bases naturales en su plantel. Nadie debe olvidar que Arroyo funcionó siempre mejor en situaciones en las que no tiene nada que perder, y esta es una de ellas, porque será Rondo -sí, siempre Rondo- quien se alimente con la presión en el puesto de cerebro.

Nenad Krstic, centro. Vamos a coincidir en algo: contra los Clippers no defendió nada bien. Estuvo preciso con el aro, pero se van a sorprender con el crecimiento sin balón que tendrá este gigante. Los fanáticos de Boston no le perdonan a la dirigencia haber dejado ir a Kendrick Perkins, pero la realidad es que muchos no conocen hasta dónde puede aportar Krstic. Uno observa al gigante serbio y es mucho menos estético que productivo. Tiene actitud, es enérgico y puede ser duro como una roca. ¿En serio creen que es el único centro natural que tienen los Celtics? Okey, no se olviden que Shaquille O'Neal regresará a la alineación tarde o temprano y que Glen Davis (debe volver pronto) puede dar una mano jugando debajo del aro. Los Celtics están pequeños en estatura hoy en día, pero no será para siempre: esto no tiene que ver con el intercambio de Perk ni mucho menos, es simplemente una cuestión de lesiones recurrentes. Krstic será una pieza muy importante de este roster en la postemporada. Créanme.

Sasha Pavlovic, alero. Volvió a ser noticia cuando los Mavericks le hicieron un contrato de diez días en esta temporada, pero puede ser una ficha importante en la estructura de Boston si Rivers logra enfocarlo de nuevo a sus años de despegue. La pregunta obligada es la siguiente: ¿A quién elegirían entre Marquis Daniels o Sasha Pavlovic? El alero serbio será la opción defensiva de elite para los Celtics en el puesto de alero, porque si bien Paul Pierce y Ray Allen pueden ser aceptables -y por momentos realmente buenos-, jugar sin el balón no es algo que figure entre las prioridades de los perimetrales del Big Three. Esta es la oportunidad para Pavlovic de revivir su carrera. Hemos visto cómo los Celtics han sacado, en años anteriores, oro de los pantanos. Este puede ser el caso, pero dejaremos su evolución como jugador para entregas posteriores.

Jeff Green, ala-pivote. He aquí una pieza muy, muy interesante para los Celtics. Green fue drafteado por Boston en 2007 y ahora regresa procedente del Thunder. Es un alero enérgico que puede desempeñarse como ala-pivote sin problemas. Ha bajado mucho sus lanzamientos de la tercera dimensión (promedió casi 40% en 2008-09 y hoy está cerca del 30%) pero puede significar la cuota de energía y plasticidad que Boston viene necesitando desde hace un buen tiempo. Ainge apostó a que Green pueda jugar en su posición natural y a que pueda rotar entre ser un alero pequeño de estatura o un cuatro veloz, sobre todo cuando los Celtics quieren hacerse pequeños usando a Garnett de centro. La idea es que ejecute un rol defensivo y que se transforme en el James Posey de años anteriores, siendo un escudero de valor al lado de Pierce y Allen. Es un jugador inteligente que puede darle muchas soluciones a los Celtics. Su adaptación será fundamental para ver hasta donde puede servir en tierra de playoffs.

Troy Murphy, ala-pivote. No esperen que sea el próximo Garnett ni que rompa algún récord en el TD Garden, pero Murphy puede ser una pieza de ajuste en la zona pintada. El ex interno de los Nets llegó a Boston para convertirse en 'el nuevo P.J. Brown' del equipo de Rivers. Su función será el trabajo sucio, dándole minutos de descanso a los gigantes de los Celtics. No ha jugado en mucho tiempo y su estado no es el ideal, pero tanto Rivers como la gerencia confían en que pueda llegar a tiempo para ser importante en playoffs. Por ahora, su futuro es una incógnita. Podemos empezar a ver indicios de evolución de aquí a unos diez partidos, porque atreverse a imaginar algo bueno antes que esto suena, en principio, utópico.


Bruno Altieri es responsable de la sección de básquetbol en ESPNdeportes.com.

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