Ovaldo Rodriguez Suncar//Listin Diario
El éxito indiscutible que tuvo el torneo 2010 de la Liga Nacional de Baloncesto (LNB) debería ser aprovechado al máximo por las asociaciones provinciales de ese deporte y la del Distrito Nacional (Abadina), para sus respectivos torneos superiores por venir.
Indudablemente, que con el torneo de la LNB quedó bien parada la maltratada imagen del baloncesto y la capacidad organizativa de su gente.
Sí, porque no fueron suizos, menos aún marcianos, quienes montaron el torneo de la LNB. Se trató de dominicanos, que ya antes han trabajado en los torneos superiores de sus respectivas localidades y en los de la antigua Liga Dominicana de Baloncesto (Lidoba); por tanto, se trata de gente del baloncesto dominicano.
Hablo de la gente que tuvo a su cargo la responsabilidad de ejecutar la política trazada por las más altas instancias de la LNB: su presidente, licenciado Federico Lalane José, y los presidentes de las ocho franquicias. Hablo de los responsables del montaje.
En el baloncesto, como en toda actividad, convergen buenos y malos profesionales. Así tenemos buenos jugadores y malos jugadores. Entrenadores, buenos y malos. Árbitros, buenos y malos. Personal de mesa técnica, entre quienes los hay buenos y malos. Organizadores técnicos, buenos y malos.
Por tanto, la selección del mejor personal disponible, una tarea propia de quienes organizan torneos, es un aspecto fundamental para que al final haya las diferencias entre un buen y un mal torneo.
Claro que para la contratación de ese personal (jugadores, entrenadores, árbitros, directores técnicos, comisarios, encargados de boletería, agentes de seguridad) es necesario contar con recursos económicos, con dinero. A más dinero, mayores serán las posibilidades de contratar el mejor personal disponible.
La buena imagen, el buen sabor, que dejó el torneo de la LNB aumenta las posibilidades de los torneos provinciales y el del Distrito Nacional de recaudar más dinero, para sus próximos eventos.
Todo dependerá de qué tan organizadamente trabajen los responsables del montaje y organización de esos certámenes. Con qué tiempo de anticipación, siguiendo un cronograma, éstos realicen su labor; para disminuir las fatídicas improvisaciones.
La LNB sembró una buena semilla en el fértil terreno del baloncesto nacional. Ahora toca a todos cuidarla, abonarla con trabajo, dedicación y planificación. La cosecha sería para todos: para la LNB, los torneos provinciales y el del Distrito Nacional.
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