La incompetencia, negligencia e irresponsabilidad de autoridades oficiales convierten hoy a República Dominicana en motivo de vergüenza para el deporte continental que pasa por la pena de montar el torneo Centrobasket 2010 en un techado desvencijado y con tabloncillo que se asemeja más a pista de patinaje que a una cancha de baloncesto.
El Palacio de los Deportes, sede de ese magno evento, carece de sistema de aire acondicionado que sirva, lo que convierte el lugar en una caldera donde fanáticos y jugadores se ahogan en sudor.
La instalación está plagada de filtraciones y las pésimas condiciones físicas e higiénicas de los sanitarios obligarían a una clausura inmediata del recinto por parte de las autoridades de Salud.
Los atletas que participan en el torneo están expuestos a sufrir graves lesiones por las frecuentes caídas por el agua derramada en la cancha a causa de las gotas que caen del techo.
Los ministros Felipe Payano y Víctor Díaz Rúa tuvieron el tupé de presidir la ceremonia inaugural del Centrobasket, a pesar de que como ministros de Deportes y Obras Públicas son los responsables de tal desastre y de que Santo Domingo sea hoy el hazmerreír de la familia deportiva latinoamericana.
El secretario general de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), Alberto García, ha dicho con toda razón que lo que sucede en el Palacio de los Deportes no tiene excusa y que obedece a una negligencia del Estado dominicano.
Los directivos de la Federación Dominicana de Baloncesto no tienen lugar donde ocultar sus rostros ante la vergonzosa situación de recibir a delegaciones internacionales en un estadio sin sistema de aire acondicionado, con baños inservibles, plagados de filtraciones, con una sala de prensa sin equipos indispensables y una cancha anegada por el sudor de los atletas.
Los señores Jay Payano y Díaz Rúa cumplieron su cometido de ver sus fotos reproducidas en la prensa, sin aquilatar el daño que su descomunal irresponsabilidad ha causado a la buena imagen del deporte nacional.
Es claro que aquí escasea la vergüenza.
EDITORIAL PERIODICO EL NACIONAL
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